domingo, 30 de enero de 2011

Literatura mínima I: Rafael Pérez Estrada


Poeta, dramaturgo y escritor inclasificable, Rafael Pérez Estrada (Málaga, 1934-2000) destaca en el terreno de la ficción breve, en la misma línea de autores como Ramón Gómez de la Serna, Borges, Italo Calvino, Cortázar, Monterroso o Juan José Arreola, entre otros.

Entre sus publicaciones: La bañera (1982) Libro de las Horas (1985), Conspiraciones y Conjuras (1986), Libro de los Espejos y las Sombras (1988), Bestiario de Livermoore (1989), Libro de los Reyes (1990), Tratado de las Nubes (1990), Los Oficios del Sueño (1991), La Noche nos persigue (1992), La Sombra del Obelisco (1993) El Domador (1995), Ulises o libro de las distancias (1997), El viento vertical (1998), El ladrón de atardeceres (1998) o Cosmología esencial (2000), su última entrega prologada por José Ángel Cilleruelo, acaso su mejor estudioso.


En una entrevista que le realizaron en 1996, el autor habla de las nuevas generaciones de escritores: le interesan “los escritores que le dan a la palabra un vuelo inesperado, mágico o sobrecogedor; me gustan los edificios habitados por ilusionistas o asesinos, me gustan los poemas en los que los ríos huyen del mar o intentan alzarse verticales, y aquellos en los que dos lunas iluminan por igual la dualidad de los amantes. Me inquietan los poetas que, tras leerlos, tienes que abrir un paraguas en tu interior porque notas que llueve. Y de otro modo me hacen perder el sueño los versos que dicen del hombre que busca entre miles de espejos a aquél que devoró su rostro, o incluso el poema en el que, simplemente, un ave nos acecha desde su incapacidad para el vuelo”.

Os recomiendo un primer acercamiento a este gran autor a través de una breve antología, Antología de breve ficción, publicada por la editorial Berenice (2010). En ella encontraréis a un Rafael Pérez Estrada fiel a sus obsesiones: minificciones, microrrelatos o aforismos poblados de ángeles y espejos, de sombras y sueños, de pájaros y flores, de poesía. Un pequeño adelanto. Que lo disfrutéis.

Rafael Pérez Estrada (1934-2000)

Sor Martina Alsaciana de Jesús del Oratorio de la Fe de Milán, la mañana del 17 de abril de 1816 fue sorprendida guardando un beso en su devocionario.

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La muerte de un hombre es también el fracaso de su ángel.

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Hay espejos tan tímidos que se rompen ante el esplendor de un desnudo perfecto.

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Lo contrario a un beso es pegar un sello.

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Los ombligos también besan.

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Cree el ángel en su inocencia que hay hombres de la guarda.

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La niña Louise Arden de Touluse, la mañana del 8 de marzo de 1907, aseguró vehementemente que los labios de los ángeles saben a violeta.

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El amante previsor guarda besos para el invierno.

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Los amantes perfectos se intercambian los sueños.

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Se odiaba de tal modo que le bastaba verse en un espejo para disparar de inmediato.

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Ley

Newton: La gente que come manzana cae más aprisa.

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No podía caminar, se le había metido una estrella en el zapato.

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Nunca verás un amanecer tan hermoso como ella.

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Fue un parto terrible, y tras esfuerzo y lágrimas alumbró una estrella que voló al infinito. Y pudo decirse con toda lógica que había dado luz.

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La idea poética surgió como algo inmediato, corrió para escribirla y no pudo: Se hizo el poema encima.

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El amante

L
e regaló un ramo de flores imposibles en invierno, una fotografía algo velada de la luna de agosto, y una sensación hasta entonces desconocida para ella (similar a la risa y la desesperanza). Después, durante treinta días, las palabras sangraron sin cesar. Ni siquiera los fontaneros de la emoción y lo inesperado fueron capaces de dar una solución al asunto, ni un arquitecto muy hábil en enderezar sonetos defectuosos pudo poner orden en aquella casa.

viernes, 7 de enero de 2011

El Premio Nadal 2011 ha sido ganado por la autora de las novelas policiacas de Petra Delicado

Una historia de maquis gana el Nadal

Alicia Giménez Bartlett recupera el ambiguo personaje de la guerrillera La Pastora. -La creadora de Petra Delicado consolida su vertiente más literaria

CARLES GELI | Barcelona


ELPAIS.com - Cultura - 06-01-2011

Alicia Giménez Bartlett arrastraba una tristeza: era más reconocida como escritora fuera (Italia, sobre todo) que aquí y su famosísima saga de la detective Petra Delicado ha enmascarado en parte su producción novelística literaria, tan numerosa como la policíaca. Eso terminó ayer por la noche en Barcelona, porque los Reyes Magos la obsequiaron con la 67ª edición del premio Nadal, el más veterano de las letras españolas, que obtuvo con la novela Donde nadie te encuentre, basada parcialmente en la vida real de Teresa Pla Meseguer, que llegó a conocerse como "la maquis hermafrodita".

Los claroscuros del personaje protagonista no fueron las únicas emociones que, en el que fuera histórico Ritz (hoy Palace), deparó la velada, porque entre los 460 invitados debutaba en un acto sociocultural el flamante presidente de la Generalitat, Artur Mas, que se vio con dos de sus predecesores: el inmediato, José Montilla, y su maestro, Jordi Pujol. Y se dio otro duelo, el del alcalde Jordi Hereu con el que se preparaba como candidato socialista alternativo, Ferran Mascarell, que al final ha acabado como consejero de Cultura fichado por Mas. La tercera sacudida, más tácita, la proporcionó la obra ganadora del 43º premio Pla en lengua catalana, de nuevo una apuesta como el año pasado: El cau del conill (La madriguera del conejo), del joven periodista debutante Cristian Segura (Barcelona, 1978) o de cómo una tercera generación de los Conill se carga todo el patrimonio familiar, en una espiral de pérdida de valores idiosincrásicos que hoy preocupa a una parte de la sociedad catalana.

La elección del personaje de Teresa Pla por parte de Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) no debe sorprender demasiado viendo su trayectoria. Donde nadie te encuentre narra las peripecias de un psiquiatra francés que, a través de un artículo de un periodista barcelonés, se interesa por el personaje de Teresa Pla Meseguer, alias La Pastora, quizá el maquis más misterioso que generó la inmediata posguerra española. Nacida en 1917 en Vallibona (Castellón) con serias dudas sobre su sexualidad (quizá con seudohermafroditismo masculino), sus rasgos más hombrunos que femeninos fueron objetos de múltiples chanzas que culminaron desgraciadamente en una nunca bien o aclarada violación en 1949 en la que habrían participado o estado presentes miembros de la Guardia Civil. Fue entonces cuando, según la historia o quizá ya mezclada con la leyenda, cambió sus ropas femeninas por las masculinas y pasó de ser la Teresot a Florencio, actuando como maquis con el nombre de Durruti o La Pastora por las montañas del Maestrazgo hasta que fue capturada en 1960. Conmutada la pena de muerte, pasó 17 años en prisión y falleció en 2004.

Una mujer de carácter fuerte, el sexo como elemento al que agarrarse (o no) para huir de la sociedad, un cierto individualismo y otro cierto pesimismo sobre las relaciones sociales son temas que rodean esa figura pero también son en realidad algunos de los leit motiv que marcan la trayectoria como escritora y también la de ensayista de Giménez Bartlett, una doctora en filología extranjera (inglesa) que apareció en 1981, hace exactamente 30 años, con un estudio sobre Torrente Ballester. Solo un año después debutaba en la ficción con Éxit, a la que siguieron, entre otras, Pájaros de oro (1987, su particular Thelma y Louise), La última copa del verano (1995), Secreta Penélope (2003) y Días de amor y engaños (2006). Pero sobre todo está Una habitación ajena (1997), recreación de las tensiones entre Virginia Woolf y su criada Nelly y que le proporcionó el primer premio de su carrera: el Femenino Singular, de Lumen.

Un año antes de esa implícita reflexión sobre las mujeres y la condición de intelectual había probado con la novela policiaca. La culpa fue de Patricia Cornwell y de su libro La jota de corazones. "Si eso es lo último en novela negra yo también puedo", recuerda que se dijo y así lanzó en 1996 Ritos de muerte, que dio pie a las hasta ahora ocho obras de la saga de la detective Petra Delicado, cuya fama la llevó a una serie de TVE en 1999 con el rostro de Ana Belén. Fue un éxito notable en España pero espectacular fuera (le ha reportado diversos galardones; el mejor, el Raymond Chandler en 2008, como a John le Carré y John Grisham) que corrieron un velo sobre su producción más seria y sobre sus ensayos (El misterio de los sexos y La deuda de Eva). Pero eso fue hasta ayer.